«Cirqo» se titula nuevo largometraje de Orlando Lübbert, distribuido por Los Filmes de la Arcadia y Herbívoro Films, cuya fecha de estreno en salas quedó fijada para el próximo 8 de marzo.  La cinta nos presenta a Mario (Roberto Farías) y Jaime (Iván Álvarez de Araya), dos prisioneros que gracias a su audacia escapan a un fusilamiento sobre un puente, perseguidos por por Martínez (Pablo Krögh), un sanguinario agente.

Así, el Circo Donozzo, a cargo de Don Tirso (Alejandro Trejo), se convertirá en su refugio. Mientras Mario busca recuperar a su esposa Lucía (Blanca Lewin), Jaime encuentra el amor bajo la carpa multicolor. La fantasía y alegría del tradicional circo chileno, se ve enfrentado a la brutal persecución de Martínez. En resumen, una historia de unos payasos desgarrados por el dolor de la dictadura.

Cabe consignar a fines de los sesenta, Lübbert comenzó su carrera como cineasta realizando un documental sobre la historia del movimiento obrero chileno. «Investigué con pasión durante meses, entrevisté a testigos de hechos históricos importantes y adquirí con sus relatos la dimensión dramática de la historia, pero también aquella más humana de la resiliencia que la risa, el humor contaminaron. De las matanzas a campesinos y obreros que pude investigar se me quedó grabada aquella que relata el fusilamiento sobre un puente de campesinos de Paine. Quería hablar de muchas cosas importantes, pero supe que, si lo hacía con la gravedad típica de la víctima crucificada mil veces, no llegábamos muy lejos. La risa ha sido, lejos, un instrumento de los humildes», indica Lübbert.

Así, en «Cirqo» convergen rasgos de su biografía como realizador, «de mi relación con la Historia de Chile, luego otra más lúdica que es la de la comedia, la que, en mi caso se nutre de la Historia y de la observación de cómo somos, cómo funcionamos los chilenos. Una tercera vertiente es la de la visualidad del Arquitecto que me lleva al ‘donde’ de mis historluego otra más lúdica que es la de la comedia, la que, en mi caso se nutre de la Historia y de la observación de cómo somos, cómo funcionamos los chilenos. Una tercera vertiente es la de la visualidad del Arquitecto que me lleva al ‘donde’ de mis historias, las que se nutren de la identidad de los paisajes y calles de Chile».

De esta forma, para Orlando Lübbert «Cirqo» apela a «la sensualidad de la imagen y la música para narrar en tono de comedia un drama que ha marcado a nuestra sociedad, la de los desaparecidos. Ahora, quien piense que la comedia es incompatible con el drama, no conoce a Chaplin. El equilibrio entre humor y tristeza de ‘Cirqo’ da cuenta de la mentalidad de nuestro pueblo, para quien la risa es un acto de resiliencia tan legítimo con el de la resistencia misma», afirma el director.