Pedro Ruminot se tomó revancha de su tibio debut en Viña 2016, y en su segunda vez, se llevó la Gaviota de Plata y de Oro con una rutina que incluyó música, anécdotas, invitados y recuerdos.

Si bien pronunció varios mensajes de carácter político alusivos al estallido social, el estudiante de Derecho habló de su discopatía, de la vida después de los treinta, de su matrimonio con la también comediante Alison Mandel, de los hijos, de los mensajes confusos de los comerciales, de la sobreprotección de la mamás, la tecnología y sobre su tía Bernarda, a quien lanzó a la fama difundiendo su cuenta de Facebook. Asimismo, realizó una parodia sobre las dificultades de un chileno para expresarse en inglés en Miami.

Pero uno de los momentos más destacados de su libreto fue la interpelación a «Álvarito», un joven que estaba en el sector platea baja de la Quinta Vergara. En la intervención aconsejó que su generación siguiera luchando por un mejor país y ennumeró algunas ventajas que tiene la juventud en la actualidad con respecto a su generación en los noventa. Y fue allí cuando incorporó un repertorio musical con canciones de dicha época.

Sin embargo, argumentó que en sus tiempos sí habían futbolistas que cantaban. Y para saber de quién se trataba, tomó la guitarra y empezó a interpretar «Ya nada es importante», canción del cantautor chileno Keko Yunge y en la que colabora el jugador de origen argentino, Marcelo Pablo Barticciotto. Durante esta especie de recreación de Viña 1999, el ex volante de Colo Colo llegó al escenario de la Quinta Vergara para completar la performance.

Al finalizar, el comediante recibió los reconocimientos por parte del público, y en el bis la sorpresa fue aún mayor: lo acompañó en escena el vocalista de la banda argentina El Símbolo, Frank Madero, recordando canciones de antaño de la agrupación como «1, 2, 3» y «Levantando las manos», que sin duda, marcaron aquellos tiempos.

La actuación de Pedro Ruminot promedió un rating de 37,9 puntos entre las 00.37 y 01.57, con un peak de 43 unidades.