«Mirada obediente» se titula la publicación con la que Claudio Salinas Muñoz (periodista, académico, magíster en Comunicación Política y doctor en Estudios Latinoamericanos) y Hans Stange Marcus (periodista, académico y doctor (c) en filosofía) realizan una selección sobre la historia nacional a través del cine chileno, resolviendo principalmente interrogantes como «¿Qué discursos produce el cine chileno sobre los hechos que consideramos ‘históricos'», o bien, «¿cómo representa el cine los acontecimientos históricos?».

El número de respuestas encontrada fue amplia y compleja, y supone una múltiple funcionalidad que cumple esta disciplina como un espacio de representación sociocultural y fuente de memoria. Es por ello, que el enfoque escogido se guió hacia el estudio de los usos que el cine y la historia hacen «tanto del hecho histórico como del uno del otro».

Hans Stange, uno de los recopiladores de la publicación, comentó a agendachilena.cl que «en Chile, particularmente, el cine se aproxima a la historia de manera diferente a como lo ha hecho en otros lados. En general, en países con industrias cinematográficas grandes y bien establecidas, se han originado géneros cinematográficos históricos que satisfacen las mismas expectativas que otros géneros (informar, entretener, asombrar, etc.) además de algunas propias. Los autores que leímos suelen hablar de la función social del cine histórico: la historia en el cine sirve para reforzar la identidad nacional, visibilizar los lazos comunitarios, representar una tradición común. Es un cine que interpreta y reconstruye los lazos sociales».

Asimismo, el libro expone dos grandes modos para representar la historia. Uno de ellos, a partir de la reconstrucción del discurso comunitario e identitario, siguiendo en su mayoría la versión oficial del relato histórico y adaptándolo a los requerimientos de las masas. El otro, cuestionando la posibilidad de representar la historia en el cine utilizando formas de montaje o narración más complejas, deshistorizando los acontecimientos, mezclando hechos con elementos subjetivos u oníricos, confundiendo memoria con historia, entre otros aspectos.

Stange agregó que «creo que la influencia no se da entre historia (historiografía académica) y cine, sino entre cine y sentido común. El cine reproduce y refuerza ciertas ideas que tenemos sobre la historia, cuyas fuentes no son necesariamente las ciencias históricas, sino que son las tradiciones y costumbres que circulan en el sentido común, que se transmiten en los colegios, que pasan por la TV y que antes se difundieron por radios, radioteatros, magazines, pinturas, canciones, fotografías, etc. La historia de Arturo Prat o de Manuel Rodríguez tienen su fuente en la mitología popular más que en la historiografía, y es eso lo que representa el cine. En este sentido, el cine es poco sensible a la historiografía».

Así fue como un selecto grupo de expertos de investigadores en Ciencias Sociales se hicieron parte también de la resolución de estas interrogantes, a través de sus respectivas áreas de análisis y también desde ciertas cintas nacionales que han plasmado algunos de estos, tales como «El Húsar de la muerte», «Caliche sangriento», «Tony Manero», «Post Mortem» y «NO». El texto, editado por Editorial Universitaria y que cuenta con 192 páginas, se encuentra disponible a través de internet a $10.800.