El Covid 19 nos pilló de improviso a todos. Los eventos culturales que se estaban retomando durante el verano tras el estallido social, con grandes festivales que incluso pudieron realizarse pese a boicot de protestas y las dificultades que ello nos llevó en nuestro trabajo de cobertura, la industria artística volvió a paralizarse a mediados de marzo. El 18 de ese mes, ante el avance de la pandemia, el presidente de la República, Sebastián Piñera, anunció estado de catástrofe para todo el país, lo que limita las libertades individuales y de reunión, cerrando así teatros, cines, centros culturales, etc.

Y como en la escena musical, el contacto con el público es algo que va en la esencia, el golpe que produjo esta emergencia sanitaria fue un golpe duro. Y como suele ocurrir en situaciones difíciles, el reinventarse es una llave para reducir los efectos. Esta situación trajo un mayor realce a las nuevas tecnologías: para algunos potenciarlas, y para otros, adaptarse a ellas.

Es así como este 2020 forzó a nuevas formas de crear, hacer y compartir música. En este escenario, el streaming tomó un valor importante en la transmisión de conciertos, charlas, premiaciones, festivales de cine, entre otros. Un punto de partida fue la realización de la Teletón, desarrollada en abril, que contó con inédito formato remoto, con presentaciones de artistas desde sus respectivas casas, descubriéndose nuevas experiencias de vivir la música y la cultura.

De ahí, vinieron más instancias para que la gente pueda disfrutar del arte sin salir de las casas, como la liberación de películas clásicas y obras de teatros; así como también se empezaron a crear formas impensadas de hacer teatro, utilizando plataformas como Whatsapp o Zoom, mientras que los músicos reforzaron la idea de grabar de sus hogares y realizar videoclip desde el espacio personal de cada integrante, e incluso apeló a la creatividad, como el desarrollo de producciones animadas, que si bien, antes se realizaban, este año tomó una nueva arista. La pandemia también inspiró letras que llaman a la esperanza y a relatar cómo ha cambiado la forma de relacionarse con las personas.

En la industria, este año trajo consigo además premiaciones desde el extranjero a nuestros artistas. El actor Pedro Pascal fue elegido entre las figuras del año por la prestigiosa revista Entertainment Weekly; Mon Laferte obtuvo su tercer Grammy Latino; Alfredo Castro recibió tres reconocimientos en el Festival de Guadalajara; las películas «Araña» (Andrés Wood) y «Piola» (Luis Alejandro Pérez) triunfaron en dicho certamen; mientras que Cami fue notificada con una inédita nominación a los Premios Grammy, a realizarse el próximo años.

En tanto, destacaron los hitos musicales del 50° aniversario de la Cantata de Santa María de Iquique, pieza compuesta por Luis Advis e interpretada por Quilapayún, que por esta ocasión tuvo celebraciones vía streaming. Una de ellas fue una versión femenina, en la que participaron Javiera Parra, Colombina Parra, Ema Pinto, María José Quintanilla, Magdalena Matthey, Camila Moreno, Elizabeth Morris y Ana Tijoux, bajo la dirección de Vicente Sabatini y Patricio Pimienta.

A pesar de todas estas situaciones, este año trajo nuevas herramientas para abrir espacios culturales y también nuevas formas para acompañar a la gente a través del arte. Dentro de una amenaza, surgen nuevas oportunidad. Esperamos que el próximo año nos podamos encontrar y así disfrutar de las distintas alternativas que nos ofrece la industria.